lunes, 11 de mayo de 2009

Coloquios a la Luna


Permitidme expresar en versos

Al humilde canto de mis sueños.

Lamentándome acaso por mi vida,

Por mis anhelos que jamás habrán de acabar.


La noche envuelta de estrellas,

Está aguardándome con triste pesar.

Resuenan las antiguas preguntas sinceras,

De aquellos recuerdos que no habré de olvidar.


Este andar conmigo mismo,

Sufrir errante a través de las adversidades,

En la inconstancia del tiempo

En la vida de eternos suspirares.


Y regresa la remembranza de los días,

Que trajeron consigo a las caricias benditas…

Dulces abrazos de un amoroso ser.

En los susurros preciosos del atardecer.


Se acerca la noche con su hija la luna,

La reina protegida de los poetas.

Con la palidez de su mirada sencilla,

Me otorga bienestar de Diosa bella.


Oh! Divino rayo que renace cada crepúsculo,

Se desprende de su halo como aureola celestial.

Oh! Madre de las estrellas, lirio primaveral,

Háblame por un instante, has a mi dolor callar.


Elegíaca lamentación por la princesa,

Que era adorada en la tersura de su cabellera.

Vestida con los destellos del alba sincera,

Su sonrisa alababa a las flores en un despertar de pureza.


Ser enteramente de ella, nervio, alma, corazón,

Sea ella para mi, sonrisa, hada, amor.

En fin, ser para sus adentros, su humilde servidor,

Y ella en mis sueños mi infinita adoración.


Dejadme Luna enfriarme como tus cráteres,

Soledad, es lo que queda, al navegar,

Por los mares donde los cisnes,

La ven a lo lejos soñar.


Déjame ser un punto más en el hemisferio,

Un planeta más en las lejanías del Universo,

Donde ni el brillo del astro rey me otorgue su misterio.

Mi amada es la única luz que me ha libertado del destierro.


Como el dulce vaivén del viento,

Mi voz llegaba a su oído sin dispersarse.

Sumiso poeta fui para su corazón inefable…

A la castidad de sus labios mi alma llegó a asomarse.


Dios le dio, oh astro angélico, tu beso frío…

Donde la luz no era capaz de extinguirse.

Brillaba incierta en las claridades de tus fuentes…

Allá en el reflejo de las aguas provenientes de los siete mares.


Aún siendo su ser como el cristal

Que frágil encierra tu divinidad.

En su amor late la llama inmensa

Que fluye en la blancura de la paz.


Le has puesto tus relicarios, tus cofres…

Que encierran un misterio inequívoco…

Ella es pura…reina de las noches.

Que da vida a mi rostro frívolo.


Luna, blanca faz del espíritu…

Gracias a ella aun sigo vivo.

Son estas confesiones las que dicto.

La amaré aún en el Paraíso.


El último canto de mis coloquios.

Las estrellas otorgan también sus abrojos.

Yo, poeta, afirmo entre sollozos…

Que, como la luna, ella…brilla ante mis ojos

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