
A la lluvia, a la tormenta
Que habrá de esparcirse
Por toda la tierra…
Nubes negras cubren la estación,
Esta primavera de anunciación
Que delata la vida nueva…
La belleza bajo el resplandor.
Y el día nublado de octubre
Tal vez traiga otros aires
Frescuras nuevas de amor
Hacia atmósferas indescriptibles.
Porque adoro tan sinceramente
Con la pureza de mi ser…
Adoro sencillamente…
Mi alma a ella pertenece? Tal vez…
Es el sentimiento que se atreve
A hablar por sí mismo…
Canta con su corazón…
Con sus versos de niño.
Canta vida mía en las proximidades,
En los recodos del tiempo…
A toda hora, a cada segundo…
Declarando la infinidad del mundo.
Porque todo gira lentamente…
El tiempo ha de escaparse
Cuando uno sabe lo que siente…
Cuando ama, el tiempo opacado por el instante.
La magia de estrechar con delicadeza
Unas manos, un rostro…
Con las miradas encendidas
Vivir por siempre en unos ojos.
Y brillan las pupilas del marrón
De la arena que se duerme en el mar.
La cabellera oscura se muestra…
Como el longevo río de cristal.
Se declara por tantas veces
Que parecen como la primera…
Sonrojadas, dulces, tiernas…
Amor que bendice este planeta.
Así somos cuando amamos
Cuando ansiamos la vida eterna
En unos labios, con un beso…
El que se otorgan también las estrellas.
Dos seres como la luna y el sol,
Uno en la noche, otro en el día.
Y se juntan cuando predican…
En los dos lugares…El eclipse del amor.
El amor no va separado de sus manifestaciones,
Bien puede notarse en todas las ocasiones….
Como cuando el rocío abraza al pasto…
Como cuando las mariposas descansan sobre las flores.
Así como el viento cuando acaricia a las hojas,
Ya sea en el ocaso, en el otoño, en cálidas horas…
Como la voz que pregona en la brisa…
El encanto de las ensoñaciones perdidas.
Todo va unido, en celestial convivencia,
La armonía de la vida también posee tristeza.
Anhelos por reclinarse en los hombros…
De un ser que recuerda perfumes hermosos.
Fragancias de antiguos días idos
Pero es todo tan divino…
Declaramos que no olvidamos
La fe de un ser tan querido.
Y así como la muerte extiende sus alas,
El cielo redime con sus coros de ángeles,
Y con el amor de Dios uno habrá de pasearse,
Allá, en el Edén, al lado…de la mujer adorada.
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